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22.2.13

El contador de cuentos y la inmortalidad

     La vida oculta es un ensayo en el que la novelista Soledad Puértolas reflexiona sobre la escritura y el arte de narrar. Uno de sus primeros capítulos lleva el título de este post y en él analiza de manera penetrante la trascendencia de los relatos al hilo de la trama de Las mil y una noches. En una entrada anterior ya se ha expuesto que uno de los procedimientos de la cuentística medieval, empleado en esta colección árabe, es la estructura en cajas chinas, en la que un narrador comienza su relato para dar paso seguidamente a un segundo relato en boca de un personaje, en cuyo relato aparece otro personaje que narra... Y de este modo sucesiva, exponencialmente casi
     La novelista interpreta así este escenario narrativo de mil y una noches de cuentos como coartada contra una injusta sentencia de muerte, la que pesa sobre Sherezade, que será ejecutada al amanecer. Sin embargo, la palabra del cuento consigue detener la sentencia apremiante del tiempo que pesa sobre ella, que pesa sobre cada uno de nosotros. Soledad Puértolas lo expone de este modo:

      Los relatos orales, como todo el mundo sabe, son el origen de la novela. Es curioso que este oficio de contar cuentos sea uno de los más viejos del mundo, si no el que más, como si la necesidad de fabulación del hombre hubiera nacido con él, como si en el mismo instante en que adquiere conciencia de la realidad necesitara salirse de ella, situarse a distancia, quizá comprenderla.
El Cairo, 1911. Una mujer narra cuentos de Las mil y una noches
     [...] Cada vez que un contador de cuentos toma la palabra parece que el mundo parte de cero, y su auditorio se instala en la ignorancia para, al ir escuchando, ir aprendiendo, ir entendien-do. Ciertamente, el contador de cuentos tiene en ese momento el mundo en sus manos. La realidad se va esfumando mientras él desarrolla el relato y ofrece esa otra realidad donde se producen hechos extraordinarios, donde, casi siempre, se rompen las fronteras del tiempo y se superan las limitaciones de la vida, porque el objetivo máximo, la meta del cuento, es alcanzar la inmortalidad. Acaso la necesidad de fabulación del hombre sea más fuerte que su necesidad de dar testimonio de la realidad. 
     [...] Los cuentos por excelencia son los que se recogen en Las mil y una noches. Sherezade consigue la clemencia y aun el amor del rey a través de su don poético. Su capacidad de relatar, de atraer y suspender la atención del rey con sus historias, le hace valedera de la gracia de la vida. Sherezade hace que sus cuentos cobren más realidad que la realidad misma. Los deseos de venganza del rey contra las mujeres se disuelven en la sucesión de relatos interrumpidos [cada noche]. El rey de Las mil y una noches es el ejemplo más perfecto del oyente, del futuro lector. Se entrega por completo. Escucha con sus cinco sentidos. Queda preso en la magia de los relatos y acude puntualmente a su cita nocturna con la fantasía. Pide su dosis de irrealidad, de fabulación, de mentira. Frente a él, las rítmicas palabras introductorias: "te voy a contar un cuento" trascienden su esencia de mentira. El cuento se hace verdad.
El sultán perdona a Sherezade.
 
De Arthur Boyd Houghton (1836-1875)    
     [...] La necesidad de suplantar a la realidad, de señalar una verdad enterrada en el quehacer cotidiano, en ese suceder abrumador de rutinas, desgracias e incluso dichas, no ha desaparecido del mundo [...] Sherezade era optimista: confiaba en que el rey perdonaría su vida, al descubrir, a través de sus cuentos, que las mujeres no son tan malvadas o que no todas son tan malvadas, y que alguna, ella, era digna de amor. Confiaba en la eficacia de su lección, consciente de su extraordinario don de contadora de historias.
      [...] Los cuentos de hoy, perdidos entre las páginas de un periódico o reunidos en un volumen, no nacen de la misma fe. La fe ha desaparecido. Pero queda la necesidad: detener el tiempo, suspender la sentencia. Mientras la muerte amenaza, el contador de historias le vuelve la espalda y habla de otra cosa. Pero no nos engañemos: está hablando de lo mismo, siempre de lo mismo. La vida de Sherezade se parece a las vidas relatadas en sus cuentos. La nuestra, en este momento, se parece a la de Sherezade.

25.1.13

Colecciones de cuentos medievales

     En España el infante Don Juan Manuel (1282-1348), en Italia Bocaccio (1313-1375) y en Gran Bretaña Chaucer (1349-1400) son los tres autores europeos característicos de estas colecciones, ya sean exemplos o novellas.
     Con la denominación exemplo o ensiemplo nos referimos al cuento literario planteado como un relato pedagógico, de ahí también el término apólogo. Aunque con antecedentes anteriores, como en el caso del Panchatantra, la colección de cuentos indú, se trata de un uso que resulta familiar en nuestra tradición por las parábolas de Jesús en el Nuevo Testamento, con las que pretendía hacer comprensibles las ideas del reino de los cielos a una población mayoritariamente no ilustrada; por eso los exemplos fueron muy empleados en la predicación eclesiástica. 
Peregrinos a Canterbury escuchando
cuentos en torno a una mesa
   Estas colecciones de ejemplos muestran el afán medieval de delectare et prodesse (enseñar deleitando), es decir, transmitir la doctrina mediante la amenidad que proporcionaba el relato. También fueron utilizadas para la educación de príncipes, pues con los apólogos asimismo se pretendía formar a un joven destinado a ser noble y tener responsabilidades sociales. En el caso de El conde Lucanor esta finalidad pedagógica es patente, como apreciamos en el magnífico exemplo XI De lo que aconteció a un deán de Santiago con don Illán, gran maestro que moraba en Toledo
  Sin embargo, Decamerón y Cuentos de Canterbury son colecciones situadas en el otoño de la Edad Media, en las que ya se anuncia el Renacimiento. Por ello peso de esta finalidad pedagógica no siempre es una condición del relato, y encontramos el nuevo concepto de novella: una narración corta cuya finalidad es el entretenimiento, tal como demandaba la nueva mentalidad burguesa. Podemos apreciarlo en el Cuento de Andreuccio (texto prescrito).
     Literariamente resulta muy interesante en estas colecciones la organización del material narrativo. Desde un punto de vista histórico, las colecciones de ejemplos muestran una etapa incipiente en las técnicas narrativas, pues ofrecen un tenue encuadramiento narrativo. El relatos complejo que constituye la novela, tal como hoy lo entendemos, no aparecerá hasta más de un siglo después, con el Lazarillo de Tormes, elaborado en parte precisamente a partir de relatos independientes. Para superar la mera acumulación o yuxtaposición de ejemplos y novellas encontramos tres procedimientos habituales, según Alan Deyermond:
  • La narración enmarcada: una situación inicial es la que da pie a la sucesión de relatos (entretener un viaje, amenizar una espera, enseñar a un joven) así en Cuentos de Canterbury, Decamerón o El conde Lucanor. Este es el magnífico prólogo del libro de Chaucer, en el que se aprecia la magnífica elaboración del marco del relato. 

  • La narración a modo de cajas chinas: propia de libro de cuentos de referencia en Oriente, Las mil y una noches; los personajes de un relato se van convirtiendo a su vez en narradores y así sucesivamente hasta presentar una gran complejidad estructural.

  • La narración ensartada: que consiste en integrar los ejemplos en una estructura mayor, como sería el caso de los episodios de un relato autobiográfico.

Guía del territorio de la Divina comedia

     Para no perderse nel mezzo del camin, estos esquemas procedentes del blog Arte de la palabra.






23.12.12

Divina comedia

      He aquí el fragmento de una conferencia del escritor argentino Jorge Luis Borges sobre la Divina comedia, incluido en su obra de 1980: Siete noches.
     «Nunca he leído un libro porque fuera antiguo. He leído libros por la emoción estética que me deparan y he postergado los comentarios y las críticas. Cuando leí por primera vez la Comedia, me dejé llevar por la lectura. He leído la Comedia como he leído otros libros menos famosos. Quiero confiarles la historia de mi comercio personal con la Comedia.
     Todo empezó poco antes de la dictadura. Yo estaba empleado en una biblioteca del barrio de Almagro y tenía que recorrer en lentos y solitarios tranvías el largo trecho que desde el Norte va hasta Almagro Sur. El azar (salvo que no hay azar, salvo que lo que llamamos azar es nuestra ignorancia de la compleja maquinaria de la causalidad) me hizo encontrar tres pequeños volúmenes en la Librería Mitchell, hoy desaparecida, que me trae tantos recuerdos. Esos tres volúmenes eran los tomos del Infierno, del Purgatorio y del Paraíso, vertidos al inglés por Carlyle. Eran libros muy cómodos, cabían en mi bolsillo; en una página estaba el texto italiano y en la otra el texto en inglés, vertido literalmente. Imaginé este modus operandi: leía primero un versículo, un terceto, en prosa inglesa; luego leía el mismo versículo, el mismo terceto, en italiano; iba siguiendo así hasta llegar al fin del canto. Luego leía todo el canto en inglés y luego en italiano. En esa primera lectura comprendí que las traducciones no pueden ser un sucedáneo del texto original. La traducción puede ser, en todo caso, un medio y un estímulo para acercar al lector al original; sobre todo, en el caso del español, por la semejanza fraterna del italiano y el español. Ya entonces observé que los versos, sobre todo los grandes versos de Dante, son mucho más de lo que significan.[...]
       Si he elegido la Comedia para esta primera conferencia es porque soy un hombre de letras y creo que el ápice de la literatura y de las literaturas es la Comedia. Eso no implica que coincida con su teología ni que esté de acuerdo con sus mitologías. Tenemos la mitología cristiana y la pagana barajadas. No se trata de eso. Se trata de que ningún libro me ha deparado emociones estéticas tan intensas. Yo soy un lector hedónico, lo repito; busco emoción en los libros. [...]
     La Comedia es un libro que todos debemos leer. No hacerlo es privarnos del mejor don que la literatura puede darnos, es entregarnos a un extraño ascetismo. ¿Por qué negarnos a la felicidad de leer la Comedia? Además, no se trata de una lectura difícil. Es difícil lo que está detrás de la lectura: las opiniones, las discusiones, pero el libro es en sí un libro cristalino.[...]
    Quiero solamente insistir sobre el hecho de que nadie tiene derecho a privarse de esa felicidad, la Comedia, de leerla de un modo ingenuo. Después vendrán los comentarios, el deseo de saber qué significa cada alusión mitológica, ver cómo Dante tomó un gran verso de Virgilio y acaso lo mejoró traduciéndolo. Al principio debemos leer el libro con fe de niño, abandonarnos a él; después nos acompañará hasta el fin. A mí me ha acompañado durante tantos años, y sé que apenas lo abra mañana encontraré cosas que no he encontrado hasta ahora. Sé que ese libro irá más allá de mi vigilia y de nuestras vigilias.»
     Aquí una introducción general a la Divina comedia y dos fragmentos del Infierno con una  propuesta básica de comentario.

3.12.12

Narraciones para la nobleza cortesana medieval

La Mesa Redonda, donde
los caballeros narraban sus aventuras.
     Coincidiendo con la difusión de los cantares de gesta por los juglares medievales, comienzan a elaborarse en el siglo XII y XIII en Europa otro tipo de narraciones. Se trata de obras que mantienen la naturaleza épica, aunque de carácter culto y por tanto de transmisión escrita y autoría individual y patente, en contraposición con el anonimato y la transmisión oral y colectiva que es propia de los cantares de gesta. Estos poemas caballerescos, denominados también novela cortés o cortesana, constituyen el reflejo un cambio social e ideológico en la edad media: la decadencia del modelo feudal o estamental. 
     Así pues, frente a las hazañas bélicas de la nobleza recogidas en los poemas épicos juglarescos, los argumentos de esta literatura cortesana vienen a satisfacer otra demanda literaria: la de la nueva nobleza cortesana y caballeresca. De este modo, las obras que pertenecen a la denominada Materia de bretaña o  ciclo artúrico se presentan como reflejo de este cambio en las preferencias de los nuevos lectores. El escritor francés Chretién de Troyes será quien asimile las leyendas previas de la tradición sobre el Rey Arturo para dar con la fórmula narrativa oportuna en obras centradas en el legendario rey y las aventuras de sus caballeros de la Tabla Redonda en la búsqueda del Santo Grial.
     La muerte del rey Arturo es la novela caballeresca anónima posterior que constituye el final del ciclo. En esta obra, el final del mítico rey está ligado al propio final de la espada Excalibur, con la que Arturo obtenía poderes sobrenaturales para mantenerse invencible y sustentar el poder de su reino. La propuesta de comentario se centra en las horas finales de este legendario personaje bretón, el fragmento conocido como La batalla de Salisbury.
     Desde la Edad Media hasta nuestros días, el universo caballeresco de las aventuras del Rey Arturo no ha dejado de ejercer fascinación; obras como Los hechos del rey Arturo y sus nobles caballeros (1976) del escritor norteamericano John Steinbeck permiten un acercamiento actualizado a este mundo legendario.